Los grados no, pero la cantidad sí. Es simple estadística: los estados posibles de apetecimiento son muchos menos, mucho menos probables, y más difíciles de mantener, que los estados que incorporan sufrimiento. O para ponerlo en una voz más activa: “el bien necesita ganar todos los día; el mal sólo necesita ganar una vez”.
Sin ir más lejos, cualquier cosa que reconoceríamos como una vida útil comparable a la humana requiere, sistémicamente, la consecución de una forma de sufrimiento. Sentimos hambre y hemos de depredar algún elemento de la naturaleza, usualmente uno “previamente vivo”; independiente de cuánto tratemos de blanquear esto en nuestra cultura y ética.
Implícitamente estás reconociendo los estados de sufrimiento, que son distintos a un sufrimiento pleno propio del atributo del vivir, en otras palabras, la discusión no trata de si vivir es sufrimiento o no (que no lo es), sino que trata de si los modos de vivir tienen más inclinación al sufrir o a lo apetecible.
Los grados no, pero la cantidad sí. Es simple estadística: los estados posibles de apetecimiento son muchos menos, mucho menos probables, y más difíciles de mantener, que los estados que incorporan sufrimiento. O para ponerlo en una voz más activa: “el bien necesita ganar todos los día; el mal sólo necesita ganar una vez”.
Sin ir más lejos, cualquier cosa que reconoceríamos como una vida útil comparable a la humana requiere, sistémicamente, la consecución de una forma de sufrimiento. Sentimos hambre y hemos de depredar algún elemento de la naturaleza, usualmente uno “previamente vivo”; independiente de cuánto tratemos de blanquear esto en nuestra cultura y ética.
Implícitamente estás reconociendo los estados de sufrimiento, que son distintos a un sufrimiento pleno propio del atributo del vivir, en otras palabras, la discusión no trata de si vivir es sufrimiento o no (que no lo es), sino que trata de si los modos de vivir tienen más inclinación al sufrir o a lo apetecible.